Un aperitivo ó entrante de lo más resultón, además de nutritivo y económico.

Las gulas se obtienen a partir del Surimi, que se prepara a través de carne de músculo de un pescado blanco llamado Abadejo de Alaska, mezclado con clara de huevo, aceites vegetales, fécula y tinta de sepia para pintar los lomos.
La verdad que sustituyen muy bien a las carísimas angulas, yo tengo que confesar que la primera vez que las comí, no me podía creer que fueran un sucedáneo, porque están muy bien conseguidas.
Aunque son bastante baratas, sobre todo las marcas blancas, en casa se ponen en días especiales, no se ponen cualquier día, así se les da un poco más de categoría.
Las preparo de la manera más clásica:
Ingredientes:
- 1 paquete de gulas congeladas
- 50 grs. de aceite de oliva virgen extra

Preparación:
Primero las dejo descongelar, con una hora ó dos fuera del congelador es suficiente.

Pico los ajos, pongo el aceite en la sartén y cuando está caliente, le incorporo el ajo picado y la guindilla.

Al empezar a dorarse el ajo, le incorporo las gulas.
Las remuevo bien con una cuchara de madera. No hace falta tenerlas mucho tiempo, solo el suficente para que se calienten bien y se mezclen con el aceite y el ajo.

A continuación las paso a una cazuela de barro, allí conservan mejor el calor y las sirvo con tostas para que cada uno se sirva su canapé.

Son también muy versátiles para ensaladas y revueltos, en casa es una fiesta cada vez que las preparo, hasta mi nieta de seis años las come de maravilla.
Además son muy cómodas al estar congeladas porque las puedes tener para cualquier ocasion que se presente, a mí no me faltan en el congelador.
Con este plato voy cooperando a dar ideas para las próximas fiestas navideñas.